En las recientes elecciones en Alemania se volvió a dar el mismo fenómeno que se viene comprobando una y otra vez en los últimos años. Los hombres votan cada vez más a la derecha y las mujeres jóvenes a la izquierda. ¿Es solo por el feminismo? Pues no del todo. Hay otro factor del que se habla muy poco pero que es muy evidente. Comparto a continuación algunas reflexiones de Javier Carbonell (@javierccll), analista político de European Policy Centre.
Existe suficiente evidencia de que la reacción contra el avance del feminismo (y de la DEI en general) es real. Los chicos y las chicas tienen básicamente las mismas actitudes, excepto ante la pregunta de “si la igualdad de género ha ido demasiado lejos”. Aquí los varones se muestran reticentes a la igualdad de género. La extrema derecha lee y comprende bien esta brecha, y la utiliza para culpar al feminismo de promover el odio a los hombres. Parte del feminismo, en cambio, sostiene que este “backlash” es normal cuando un grupo social pierde algunos privilegios (por ejemplo, ahora no existe tanta impunidad ante un hecho de violencia de género).
Sin embargo, ambas interpretaciones obvian algo fundamental: Los hombres jóvenes han descendido en (casi) TODOS los indicadores imaginables comparados con otras generaciones, especialmente los de clase trabajadora. Y la causa NO es el avance de las mujeres.
Aquí es cuando necesitamos comprender que el género está indefectiblemente entrelazado con la situación social y económica de las poblaciones del mundo. En la actualidad, todos los jóvenes del mundo, en distinto grado, se encuentran enfrentando problemas graves. El de la vivienda es el ejemplo más claro. Actualmente cuesta mucho más comprarse o alquilar una vivienda que hace décadas. Los jóvenes han perdido ingreso y riqueza con respecto a otras generaciones (La brecha de riqueza entre adultos mayores y jóvenes se ha multiplicado por nueve en 20 años). Por otro lado, Hay tendencias que solo afectan a los hombres jóvenes. Están perdiendo tasas de empleo, es decir, mientras las mujeres ganan empleo, los varones lo pierden. Incluso en aquellas tendencias que van a mejora, el ratio de mejora de las chicas supera con creces el de los hombres. Por ejemplo, actualmente hay MUCHAS MÁS CHICAS que terminan la universidad que chicos. Y todo esto afecta obviamente a la salud mental de los jóvenes. Unos problemas de salud mental que los hombres, debido a la falta de un contexto fuerte social donde ser vulnerable (por la masculinidad) lo pueden procesar peor que las chicas.
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En resumen, los hombres, especialmente los más jóvenes, han enfrentado un deterioro de su estatus social en las últimas décadas. El declive de los hombres jóvenes es, sobre todo, un declive de los hombres sin estudios y de clase trabajadora. Y también de las personas racializadas. Sin embargo, hay un segmento de hombres con estudios y buena posición social, que han sostenido sus privilegios de siempre. La causa de estos procesos no la tiene el avance de las mujeres, sino que está relacionado con los procesos de automatización (los hombres trabajan más en profesiones con riesgo de automatización), la globalización, el brutal aumento de la desigualdad, el auge de la precariedad.
Ojo, aún continúa habiendo brutales desigualdades entre hombres y mujeres. El ejemplo más claro es la violencia de género, pero se puede ver también en niveles de confianza, sesgos machistas, acoso y un largo etcétera. Adicionalmente, es importante recalcar que muchas de las causas de las desigualdades de género emergen luego de la juventud. Por ejemplo, tener un/a hijo/a afecta muchísimo a las madres y casi nada a los padres, por los sesgos por maternidad.
Pero entonces, ¿por qué los hombres jóvenes se vuelcan a la extrema derecha? Javier nos ofrece algunos puntos de partida para reflexionar:
1.- La identidad masculina todavía sigue muy vinculada al rol de proveedor y al trabajo. El trabajo para los hombres es una fuente de identidad y prestigio enorme. Pero cada vez se está haciendo más difícil cumplir las expectativas. Si tu rol es ser proveedor, pero no puedes ni pagarte una habitación, ese problema económico te afecta muy especialmente. Obviamente, hay que cambiar ese rol de “proveedor” hacia modelos compartidos. La igualdad es buena, pero hay dos obstáculos que nos llevan al siguiente punto.
2.- El problema económico es real. No poder pagarte una casa no se soluciona solo cambiando la masculinidad, sino también teniendo el dinero. Nuestro deterioro económico ha llegado mucho más rápido que el cambio cultural del concepto de masculinidad. En este contexto, un discurso que te diga que va a restituir tu estatus de proveedor es mucho más sencillo y atractivo que uno que te dice que redefinas tu masculinidad o que cuestiones el sistema económico en su totalidad. El discurso de la extrema derecha NO SOLO te dice que todo está bien con tu identidad, sino que es proactivo. Te da una forma individualizada de salir de esa situación matándote a trabajar y yendo al gimnasio. En cambio, las soluciones progresistas requieren de un esfuerzo colectivo.
3.- La comparación con las mujeres. Ellas han avanzado esas últimas décadas, sobre todo las cohortes más jóvenes. Aunque su avance NO sea causa la causa del malestar de hombres jóvenes, las comparaciones son odiosas. Es decir, permite construir un enemigo concreto al q culpar. En lugar de pensar en cambios estructurales de la economía, los hombres piensan en un grupo que los critica (el feminismo (y legítimamente)) y lo culpan del deterioro. Es la narrativa más sencilla imaginable.
4.- Existe un discurso muy pobre para los hombres desde el progresismo. Se ha trabajado poco en esto y hay que admitirlo. Una de las evidencias más consistentes es que el voto a la extrema derecha tiene que ver con la búsqueda de estima de grupos sociales criticados (y que antes tenían más poder y prestigio). Eso es lo que ofrecen extrema derecha, orgullo de ser hombre. Obviamente eso es problemático a mil niveles, pero en política, otorgar estima a un grupo, esperar que se identifique con esa identidad y que vote en consecuencia, es el pan de cada día. Es muy difícil atraer votantes si no se presenta una visión positiva de su identidad.
Quizás esta es la lectura que debemos comprender quienes trabajamos por organizaciones y sociedades más justas, diversas e inclusivas. ¿Cómo lo ves tú?
Por Marcelo Baudino
Experto en Diversidad, Equidad e Inclusión
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